Hasta ahora, los expertos coinciden en que los sistemas de votación electrónica no son confiables debido a varias razones. Estas razones se relacionan con un problema conocido como el «dilema del voto electrónico». Este dilema surge porque, para garantizar el secreto del voto, el software no puede permitir rastrear la identidad del votante. Sin embargo, es necesario poder verificar el conteo de votos de manera precisa y detectar posibles fraudes o errores, lo cual requiere conocer la identidad del votante.
En contraste, los sistemas financieros electrónicos, que manejan grandes cantidades de dinero a diario, son confiables porque no enfrentan este dilema. En estos sistemas, no es necesario mantener el secreto de las transacciones. De hecho, cada transacción debe poder rastrearse hasta la identidad del usuario que la realizó, lo que garantiza una verificación adecuada y la detección de posibles fraudes o errores.
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